Relato I Vecinos 2020
Mi vecino de la puerta siete se merece un monumento, y su madre, otro. Infelizmente casado, diagnosticado de aerofagia matutina, amo de un perro ladrador-taladrador de ajenas meninges y padre de un chaval de 16 años con un carné de amoto recién estrenado (la palabra moto no sabe lo que significa). El niño, que conduce como pollo sin cabeza su elegante y firme aciclomotor de 49 cc, amoto generosa en decibelios y amante bandida de joder las siestas del personal de 15:00h a 17:45h., ha conseguido sacar de quicio a todo quisqui viviente a excepción de su padre, del perro y del espíritu de Job.
Y es que si el padre va a escape libre por las mañanas, el niño y su amoto lo hacen por las tardes, ¡qué qué! Y sí, de casta le viene al galgo, de tal palo tal astilla y para chulos yo y para ruidosos mi perro, mi padre y mi amoto.
Como estamos en tiempos de pandemia, más o menos recogidos, guardando la distancia de metro y medio, ataviados casi todos con mascarilla o cubrebocas y con lavados de mano cada dos por tres y tiro porque me toca, el niño otrora modosito y en la actualidad gilipollas, nos tiene deseosos de ponerle una mascarilla matutina al padre, otra al perro, una más grande al hijo y la última a la amotosanto. Yo, que gracias al confinamiento soy un cocinillas sin Thermomix que me escriba, ofrecido en el amor, que me vengo arriba cuando escucho las canciones de Jose Luis Perales, que de mecánica motera sé lo que no está escrito y que creo firmemente en el poder y fuerza de las chispas (nuestra primera colonia), esta madrugada me he dejado caer por el garaje y ¡vaya qué casualidad! me he encontrado aparcada la moto del ex-modosito de mi vecino y me he puesto en modo MásterCheff.

He encendido la linterna del móvil con todo el cuidado del mundo para que no me entre el 5G, la vacuna y el Microchip, he abierto sigilosamente el depósito de gasolina y sin comerlo ni beberlo, he fabricado una nueva receta que va a marcar tendencias en barrios moteros este verano 2020 y lo que te rondaré morena. Unos gramos de azufre, pimentón de la Vera, una pizca de sal, un tomate triturado, un bote de comida para perros Purina, tres cuartos de pepinos machacados, una cucharada colmada de aceite de ricino, cuchara y media de aceite girasol, un toquecito de vino blanco Don Simón, un puñado de arroz Hacendado, un par de ajos para dejarle un buen sabor de boca y medio limón bien exprimido, y vengavamosquenosvamos todopadentro y a quemar ruedas. Yo, que soy un tipo precavido al que le gusta muy poco arriesgarse, un amante bandido de los por si acaso y que en los tiempos que corren he dejado de creer en el azar, en el amor y en el más allá, he colocado una mascarilla quirúrgica en el tubo de escape y de complemento le he regalado un pañuelo con el que secarse mocos y lágrimas.
Hoy, tras comerme un excelente arroz del senyoret regado con un vino blanco verdejo, me he echado una siestecita camilojosecelana de Pijama Padrenuestro y orinal. Y sí, como las desgracias nunca vienen solas, he soñado con un perro ladrador taladrador montado en una moto, un padre con aerofagia con escape libre dandole al acelerador y un hijo que ha dejado de joder y que ha vuelto a la PlayStation. Los clásicos nunca fallan aunque en ocasiones, cuanto más lejos, mejor. ¿Cómo van tus clásicos?

