El curioso caso de una mujer que pensaba que era Superwoman y que cuando le cayeron unas gotas de kriptonita, encontró significado a la vida.

Perfeccionista, razonablemente feliz, valiente, buena tipa, pero buena de las de verdad, muy responsable y un tanto rígida, con ciertas dificultades para decir no, empática, leal y amiga de sus amigos. Un chollo para cualquier empresa y un negocio redondo para asociarse con ella de por vida. Sí, ella era (y lo sigue siendo en la actualidad, solo que ahora mola más) de esas personas que no fallan y que siempre están ahí cuando uno la necesita. Ella podía con todo: las tareas de su casa y las de más allá, la familia (la suya y la de él), su casa, el trabajo, los amigos, los recibos, llegaba hasta la letra pequeña. Pero se olvidaba de ella. Superwoman pensaba que no necesitaba a nadie, o que simplemente, no quería molestar.

images

Si alguien de su entorno tenía alguna necesidad, Superwoman aportaba su completo arsenal de primeros auxilios emocionales y a base de medidas dosis tales como una pizca de escucha, cuarta y media de consejos y un poquito de fidelidad, aportaba mesura y aliviaba al personal. Y eso ocurría casi todos los días. Superwoman siempre estaba ahí. Pero se olvidaba de ella. Superwoman pensaba que no necesitaba a nadie, o que simplemente, no quería molestar

Su teléfono nunca comunicaba y las puertas de su casa permanecían abiertas de par en par por si alguno de los suyos sufría algún desvarío o un vaivén emocional. “Entra sin llamar” era el lema del lanudo felpudo con el que recibía a sus visitas. Superwoman siempre estaba ahí. Pero se olvidaba de ella. Superwoman pensaba que no necesitaba a nadie, o que simplemente, no quería molestar. 

Y llegó ese día que pensaba que nunca le iba a tocar, le cayeron unas gotas de kriptonita y conoció el sufrimiento. La cuestión de lo que le pasó no es importante, tal vez fuera una ruptura sentimental, un ascenso laboral o un despido, una noticia de una enfermedad, que más da, elige la que menos te guste, o simplemente recuerda algún pasaje difícil de tu vida y quédate con él (todos los tenemos). Y padeció lo que llamamos de forma técnica los profesionales de la salud mental un trastorno adaptativo: un conjunto de respuestas ansiosas o depresivas o una mezcla de las dos, que surgen ante una circunstancia estresante que no es difícil de identificar. Una de las cosas a destacar es que estas respuestas son de mayor intensidad de la esperada a la magnitud del estresor y además generan un intenso malestar, junto con una elevada angustia y deterioro de la calidad de vida de la persona. Y pensar que Superwoman podía con todo y apareció ese día el sufrimiento.

¿Hay alguien ahí que me eche una mano?

Y pidió ayuda (su primera vez) y se dejó ayudar; y lloró de pena y recibió consuelo; y cayó de bruces en brazos de la tristeza y de la angustia y salió de allí mas fuerte, siendo mejor persona, mejor mujer; y sufrió; y comenzó a tener heridas que tardaban en cerrarse; y se le fue un amor que nunca tuvo; y exigió a la vida algo más que respirar y ayudar a los demás; y dejó de ser Superwoman y se convirtió en una mortal sin pies de barro; y reflexionó sobre sus valores y supo encontrar sentido a su vida; y descubrió la verdadera amistad lejos de los superpoderes; y puso a los imbéciles en su sitio y al que era importante lo colocó en un pedestal; y cambió; y aprendió a expresar sus sentimientos y a quererse más; y se mostró al mundo tal como era; y aceptó que su vida eran miles de aciertos y cientos de errores; y lo mejor de todo, dejó de engañar al mundo y a sí misma.

Con algunas cicatrices, la vida mola más.

Hoy el felpudo que tiene en casa con el que recibe a sus visitas tiene otro lema: Bienvenido, pero llame antes de entrar. Y en el espejo de la entrada de su casa tiene un pósit para no olvidarse de dónde viene: “La vida con cicatrices, mola más”.

Te dejamos doce más una sugerencias que pueden ayudarte a afrontar el sufrimiento.

  • Relájate y no mires a quién. Hay técnicas muy sencillas que pueden ayudarte: practicar yoga, hacer deporte, concentrarte en una tarea, piensa en el Mindfulness como una buena alternativa
  • Ten paciencia y acepta el sufrimiento. Recuerda que no hay mal que cien años dure. Sí, es verdad, lo estás pasando mal, y ya llevas así un tiempo y quieres ponerte bien y recuperarte, pero date permiso y ponte en marcha. Recuerda que tu actitud lo es todo, o casi todo.
  • Normaliza. Que no te vendan la burra de que hay que estar feliz siempre y que tú puedes controlar todo en la vida. No te lo creas y no te culpes por estar mal.
  • Sé empática contigo misma. Si lo que te está pasando le pasara a un buen amigo, tus palabras de aliento, la forma de dirigirte a él, tu comprensión y tu actitud sería muy diferente. ¿Y por qué no tratarte de la misma manera? Tú vales tanto como cualquier otro, no lo olvides.
  • Tómate tu tiempo para encarar un problema, reflexiona y pide consejo a alguien sensato. Recuerda la frase de Ignacio de Loyola “En época de tribulaciones no hay que hacer mudanzas”. Si llueve a cántaros, espera a mudarte.
  • Toma decisiones, sé pionero. La vida es tomar carrerilla, arriesgar y lanzarse. Un paso detrás de otro, sí, pero camina.
  • Verbaliza tus preocupaciones, inquietudes y temores. Escribirlas puede servirte. Prueba a hacer el ejercicio de la escritura expresiva que te detallamos en este artículo: ¿Bloqueado por el rencor?
  • Aprende a decir que no cuando quieres decir no. Y si te cuesta y no has podido o sabido, no pasa nada, pero sigue intentándolo. Mañana puede ser un buen día para soltar un no.
  • Evita acumular tareas. Una cosa detrás de otra y si ves que no puedes con todo, olvida tus superpoderes y pide ayuda. Apoyar a los demás mola, pero permitir que te ayuden, es fantástico.
  • Aprende a delegar trabajo y responsabilidades. Recuerda que ya no tienes superpoderes.
  • Duerme el tiempo que necesites a diario. Y si tienes problemas de insomnio durante un tiempo, consulta con un profesional. Hay técnicas que funcionan muy bien, y si no funcionan, los fármacos se han inventado para algo.
  • Diviértete y apuesta por los placeres de la vida. Esto va muy rápido.
  • No te refugies en las drogas para evitar el sufrimiento. Por más que fumes o esnifes, la vida sigue siendo la misma y tu sesera será cada vez más pequeña.

A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino.” (El hombre en busca de sentido. V. Frankl, 1946)

Este artículo ha sido elaborado por Mila Fuentes, psiquiatra de la Unidad de Psiquiatría del niño y del adolescente de la Clínica Ripalda y por Nacho Coller.