Hoy lunes en el programa La Tarde en CopeValencia hemos tenido nuestra habitual sección de psicología divulgativa. Hemos hablado de los tres tipos de empatía que existen, de las personas que carecen de ella y qué hacer para mejorarla. En el enlace puedes escuchar el programa. 

En una reciente encuesta oficial sobre la percepción de la ciencia en España, un 25% de españoles piensa que el sol gira alrededor de la Tierra y un 30% creen que los seres humanos convivieron con los dinosaurios. No sé que hubiera pasado si hubieran preguntado al personal qué es la empatía.

EMPATÍA EMOCIONAL. La parte femenina.

La empatía emocional estaría emplazada en nuestro cerebro más primitivo, con un origen que se remonta a millones de años atrás en la historia de la evolución. Vamos, esa época maravillosa en la que los hombres cabalgaban por las llanuras sobre los brontosaurios.

Es la modalidad más extendida de empatía, y sería la capacidad de sentir algo parecido a lo que siente el otro (el resto de mamíferos también la posee. A nivel cerebral, la amígdala, el hipotálamo, el hipocampo y la corteza orbitofrontal, son los circuitos responsables de este tipo de empatía.

¿Recuerdas aquella discusión en la que te expuso con pelos y detalles tus errores y lo mal que se sintió? ¿Recuerdas la cara de póquer con que te miraba él, así como diciendo, qué me estás contando?

EMPATÍA COGNITIVA. La parte masculina.

Es la capacidad de conocer lo que el otro piensa o siente, aunque en este caso el ingrediente emocional no aparece.

Este tipo de empatía nos permite entender las preguntas y preocupaciones del otro, su estado mental y su visión del mundo, nos ayuda a utilizar el lenguaje idóneo para hacernos entender, y hace que podamos manejar nuestras emociones al mismo tiempo que valoramos las del otro. Si a este tipo de empatía (que nos lleva a aprender de todo el mundo) se le suma el deseo de conocer y ampliar nuestros conocimientos, esta será una garantía de un buen aprendizaje. Desde el punto de vista neurológico, las operaciones mentales que aparecen aquí como la preocupación, la reflexión, el entendimiento, así como el manejo de nuestras emociones, pertenecen a las áreas superior y frontal del cerebro, y a diferencia de los circuitos asociados a la empatía emocional, estos tienen tan solo unos centenares de miles de años. ¿Había nacido Jordi Hurtado?

LA PREOCUPACIÓN EMPÁTICA. La combinación perfecta. De la cuestión “¿Qué me pasará si le ayudo?” a “¿Qué le sucederá al otro si no le ayudo?”

La preocupación empática es la actitud que nos lleva a socorrer a los demás. Es un cóctel de dos ingredientes básicos como la compasión (asociado a ser una buena persona) y la atención (hay que mirar un poco más allá del propio ombligo para percibir las señales de los otros). Aquí se combinan perfectamente los neurocircuitos de la empatía emocional que surgen desde las profundidades del cerebro (donde nace el apego y el afecto), y los neurocircuitos de la empatía cognitiva que nacen del neurocórtex y desde donde valoramos el bienestar del otro. Preocúpate pero no te pases.