Depresión, un perro negro y un psicólogo sorprendido.
Yo no sé si has tenido alguna vez en tu vida algún trastorno depresivo, yo sí, fue hace unos pocos años, y lo pasé fatal no, lo siguiente. ¿Un psicólogo con un humor positivo deprimido? Sí. ¿Sorprendido? Yo también lo estuve. Es curioso, cuando doy clase a psicólogos en el Máster de Psicología Clínica del ISEP del que tengo la suerte de ser docente desde hace casi 20 años y que para más inri doy el Módulo de Depresión, siempre lanzo a mis alumnos la misma pregunta: ¿quién ha tenido alguna vez depresión? La respuesta que me suelo encontrar es silenciosa y en rara ocasión alguno de los presentes levanta la mano, ya sea porque son jóvenes y todavía la vida no les ha dado un buen quiebro, tal vez sea que estos muy bien preparados jóvenes psicólogos poseen una salud mental envidiable o no quieren reconocer abiertamente determinadas carencias o debilidades. Como no termino de creerme lo de la envidiable salud mental, vuelvo a lanzar la misma pregunta, y hete aquí que de forma automática mi brazo se levanta y hago una declaración de principios tipo: “¡Eh chicos! yo he tenido depresión y ansiedad y lo pasé fatal no, lo siguiente. En los dos fines de semana que dura el módulo vamos a hablar entre otras cosas de depresión, suicidio, ansiedad, trastorno bipolar, evaluación, diagnóstico, fármacos, tratamientos eficaces y haremos un especial hincapié en qué hay que hacer y qué no en la consulta, y que conste que de esto último yo sé bastante. Si os sirve parte de mi intervención a lo largo de estos dos fines de semana para que sepáis lo que no hay que hacer, para mí, objetivo más que cumplido. Saldréis de aquí bien preparados para ganar la batalla en la consulta a la depresión. Mis errores serán vuestros futuros aciertos. Por cierto ¿alguno ha tenido depresión?” Un par de manos más se levantan empatizando con el ponente, una cara de asombro y un sonido del whatsApp en el móvil de un alumno que no obtiene respuesta. Atención y normalidad conseguida.

No te voy a dar la brasa exponiéndote con detalles los motivos de mi depre, simplemente fueron una suma de estrés mal manejado (un clásico), una pizca de burnout o síndrome del trabajador quemado (lo mal que se pasa cuando uno no es feliz en su trabajo o su mundo laboral está plagado de tiñosos) y cuarta y media de devastadores pensamientos del estilo “como soy psicólogo yo controlo”, “esto no debería de pasarme a mí, a todo un psicólogo” o el ilusionante y falsario “la semana que viene estaré mejor”. Vamos que nos vamos.
¿Y qué síntomas tenía? Pues los propios de una depresión ¿te suena alguno de los siguientes?
Disminución de los procesos ideatorios, dificultades de concentración y memorización, perdida de interés generalizada, insomnio (durante varios meses me pasé tanto de rosca que dormía dos o tres horas diarias y no podía dormir), fatiga, disminución del campo de la conciencia, deseo sexual totalmente disminuido (era lo más parecido a una ameba), sentimientos de desesperanza, llanto (como soy tío lo hacía oculto y en silencio, ¡menuda imbecilidad! ¿verdad?), autoacusaciones y una autoestima casi subterránea. Sí, pensaba que no era capaz, que no valía, que muchas personas eran mejores que yo. ¿Un psicólogo con un humor positivo deprimido? Sí. ¿Sorprendido? Yo también lo estuve.
En casa de herrero cuchillo de palo, los dentistas también tienen caries y al mejor de los fontaneros se le atascan las tuberías.
¡Hostias! ¡Un psicólogo que se deprime, que no puede manejar su insomnio, que tiene ansiedad y con una autoestima devaluada! Y además, que ha tomado medicación para poder dormir. Así es, y a mucha honra ¡Qué pasa!. Soy persona antes que psicólogo y me enfrento a problemas muy parecidos a los que te enfrentas tú cada día. Te recuerdo que los psicólogos no somos supermanes y aquellos colegas de profesión que van de superhéroes desde su despacho o púlpito mediático, lanzando magníficas e inalcanzables diatribas al personal ávido de riqueza psicológica y que se colocan por encima del bien y del mal sin reconocer un error o una debilidad, no pueden ser dignos de mi confianza, y creo que tampoco de la tuya. Te están mintiendo. Cada día soporto menos a las personas que emanan perfección y que parecen estar por encima del bien y del mal. ¿Cómo lo hacen? No lo hacen, te estafan. Su fotografía puede ser bella, pero su radiografía tal vez presente como mínimo los mismos puntos oscuros que los tuyos o los míos, o seguramente más. Fotografías perfectas y radiografías que asustan. Y no quiero decir con esto que haya que pasar por todos los trastornos mentales del manual para poder ejercer eficazmente la profesión. No. Es otra cosa y lo sabes, y mi idea más bien va en la línea reflexiva de una seguidora de este blog, psicóloga como yo, que me ha escrito sobre su pasado con depresión. Dejemos a los tiñosos y vayamos a la buena gente, y esta chica mola.

“Sé muy bien lo que es un trastorno de ansiedad y una depresión porque lo he vivido en primera persona”. Y yo. “El dolor que se tiene que pasar es legítimo y saludable. No hay cosa peor que los que van lanzando a diestro y siniestro mensajes súper positivos de que la vida es maravillosa, casi como si no tuviésemos derecho a sentirnos mal. Y esos sentimientos también existen, lo que hay que intentar es no darles tanto protagonismo en nuestras vidas ni regodearse en ellos, y evidentemente con esfuerzo y con la mayor de las esperanzas, potenciar la cara más amable de nuestra vida”. Suscribo sus palabras.
Cómo conseguí salir del pozo de la depresión
Lo más importante fue reconocer que estaba deprimido, darme permiso a estar mal, desculpabilizarme, tener esperanza, ponerme manos a la obra, sacar mi actitud y mis ganas de mejorar a pasear y confiar en las herramientas que propone la psicología. Mi mujer fue un apoyo fundamental y no hizo nada extraordinario, simplemente estaba ahí aportando cuidado y templanza y facilitando mucho mi vida; mis amigos me ofrecieron la oportunidad de reír, de hablar y de escucharme; un buen colega de profesión hizo sacar del baúl de los recuerdos mis mejores capacidades; y yo, pues yo me di un tiempo para tomar decisiones (como decía Ignacio de Loyola: “En época de tribulaciones no hay que hacer mudanzas”), así que esperé, y me propuse modificar cosas de mí y de mi entorno y aposté por cuidarme y mimarme algo más. La frase “Cambia lo que haces y no lo que piensas” tuvo gran parte de culpa en mi quehacer diario y en mi posterior mejora.
Mi depresión hace ya bastante tiempo que quedó atrás y pese al mal trago, supuso un buen toque de atención para mejorar mi vida y apreciar mucho más las pequeñas cosas que tengo alrededor. Así que gracias al perro negro del vídeo que te propongo que veas, hoy puedo decir que soy mejor persona y mejor profesional de lo que era antes de estar deprimido. Ese chucho ya no me incordia, ya no me muerde. Este perro hoy, es un chihuahua.
Te dejo unas recomendaciones que propongo a los pacientes que acuden a mi consulta ya sea de forma presencial o por medio de terapia OnLine.
Recomendaciones para los familiares y amigos de una persona que está deprimida:
- Alienta y premia hasta las más pequeñas mejorías. Un pequeño paso es un gran paso.
- Retira tu atención de sus comportamientos depresivos y premia y alienta los positivos.
- Propón actividades, pero no las impongas.
- No exijas que tu familiar te explique qué le pasa, porque es posible que ni él mismo lo sepa. Mejor hacer que hablar. Su yo pensante es un mayúsculo discurso depresivo y hay que intentar no hacerle mucho caso y darle poco espacio. Sus pensamientos son solo pensamientos, recuerda.
- No repitas argumentos de manera repetitiva con la esperanza de que eso le convencerá.
- Intenta no enfadarte con la persona deprimida, su actitud no depende de él, está deprimida.
- Evita frases como “tienes que poner más de tu parte”, tal vez no pueda hacer más.
- No presionar en exceso para que haga actividades, eso si, anímale y felicítale cuando las realice.
- No sirve de nada el discurso de que la vida es maravillosa. Para la persona deprimida la vida en esos momentos es todo, menos maravillosa. Repetir ese mensaje lo harás sentir más culpable por no poderlo ver e inútil por no poder alcanzar tu mundo de color de rosa.
- Un cóctel que funciona a las mil maravillas: paciencia, amor, confianza, compañía positiva, actividades placenteras, tiempo y esperanza. Esperanza, me encanta ese vocablo.

Recomendaciones para una persona que está deprimida:
- No permanezcas en la cama más tarde de tu horario habitual de levantarte e intenta mantener tu rutina en el sueño. Si ves que hay alteración en el sueño durante un tiempo y que te repercute en tu funcionamiento vital, pide ayuda profesional. En el post sobre sueño de este blog tienes algunas sugerencias e ideas que tal vez puedan servirte.
- Saca tus ganas a pasear. Realiza actividades que antes de tener depresión te proporcionaban placer y satisfacción. Si te gustaban las pelis de humor, vuelve a ver esa peli con la que tanto reíste; si disfrutabas de determinados programas de radio, tira de podcast; si patinabas, patina; si surfeabas, surfea. Haz que tu cerebro recuerde las cosas buenas que hacías, las reacciones químicas que acontecen en él son casi mágicas. Te dejo el enlace a un artículo que escribí en El País en el que puedes ampliar varias de estas recomendaciones.
- Ante la depresión, acción. Realiza ejercicio físico. El deporte es fundamental. Prueba con pequeños paseos.
- Deja el futuro a un lado e intenta centrarte en el presente. Sigue la máxima del gran Groucho Marx: ¿Por qué debería de preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?
- Aleja de ti a las personas tiñosas y negativas. Bastante tienes con lo tuyo para que te ofrezcan más malos rollos..
- Controla la alimentación. No te abandones ni te saltes comidas. Actúa como cuando estabas bien.
- Busca compañía positiva y amplia el círculo de amistades.
- Sé comprensivo y tolerante contigo mismo. Ser condescendiente es una buena herramienta para afrontar los problemas vitales.
- Busca con tu pareja soluciones para el deseo sexual disminuido. No esquives este problema. Vale que tienes derecho a estar deprimido, pero la pareja es un equipo con el que se comparten sueños, confidencias, proyectos, risas y problemas. Y el sexo es un área muy importante en la relación.
- Realiza actividades en la naturaleza. Un bosque es mano de santo que alivia los dolores del ánima.
- Realiza actividades de ayuda a los demás. Mostrar generosidad mejora tu índice de felicidad tal como vimos en el post de valores y ACT.
- No te entregues a la autocompasión. De poco sirve lamentarte continuamente sobre tu mala suerte o de lo mal que estás. Apuesta por dialogar menos contigo mismo. Cambia lo que haces y no lo que piensas.
- Procura tener una persona o personas con las que poder comentar tus problemas, sin llegar al victimismo y no te conviertas en monotema.
- Prueba a pedir ayuda a un psicólogo si ves que te cuesta encontrarte bien y salir del atolladero. Te recomiendo que busques a psicos con orientación cognitivo conductual y que trabajen con la Terapia de Aceptación y Compromiso. No busques a dioses ni a endiosados, caerás en el infierno. Además de un servidor, te puedo dar referencias de colegas que pueden servirte de apoyo.
- Y de nuevo confía en tus capacidades y ten esperanza. Recuerda que no hay mal que cien años dure, y con ayuda, el gigante perro negro se puede convertir en un chihuahua. Vamos Toby.
¿Un psicólogo con un humor positivo deprimido? Sí. ¿Sorprendido? Yo también lo estuve, y gracias. Si quieres más información sobre mí y estar al tanto de mis andanzas en las redes sociales, puedes visitar nuestra página de Facebook Psicología Salud y Deporte o si prefieres seguirme en Twitter @nachocoller. Gracias, un saludo y un placer tenerte entre mis seguidores.


Un post muy real y muy práctico también. Si afrontasemos la profesión desde algo tan real y común (ni las personas que acuden al psicólogos son “enfermos” ni los profesionales son extraordinarios), no existiría esa brecha entre paciente-profesional… Y probablemente haría algo menos difícil el pedir ayuda.
En fin.. Muchas gracias por el post, yo también soy psicóloga, muy orientada hacía la Psicología Positiva pero no hacia el optimismo ilusioro del que mencionas!
Un saludo!
Muchas gracias colega. Te deseo muchos éxitos y que tengas una buena salud mental. 😉
que buen post asi somos los psicologos no podemos ser superman tenemos sentimientos dolencias y virtudes como todo ser humano, es de gran ayuda tu publicación 🙂