Detrás de los falsarios discursos que afean sacrificarse por la persona que quieres, que hacen una oda al autoamor o que trasladan la idea de si dependes de otra persona es que necesitas trabajarte porque te quieres poco; hay mucha rigidez mental y ganas de negocio.

Genero frustración por querer mal y no llegar al estándar del buen querer; genero culpabilidad por haberme equivocado en mi forma de amar en el pasado y te enseño la fórmula para que no te vuelva a pasar lo mismo: compra mi libro, apúntate a mi curso sobre el tema o acude a mi consulta que te voy a curar y a enseñar cómo se tiene que querer, que pareces tonto o tonta.

Depender, dependemos todos, otra cosa es convertirte en una marioneta del otro o transformarte en un ex de ti mismo. Dejar de mostrarte cómo eres o tener miedo a hacerlo, justificar conductas reprobables del otro continuamente, autoengañarte con demasiada frecuencia con la idea de que esto va a pasar, dejar de lado a los tuyos o recibir conductas de maltrato, no es amor, eso es otra cosa. Tal vez sea una obsesión bajo el paraguas de que tiene que ser o después de tanto esfuerzo no puede salir mal, tengo que sacar esto como sea; o tal vez sea eso que se ha puesto tan de moda como es la dependencia emocional; que vienen a ser prácticamente lo mismo. Si te encuentras en un proceso similar, haz un ejercicio de sinceridad e intenta reubicarte y no engañarte; y si te cuesta salir de ahí, pide ayuda.

Sacrificarse, ofrecerse, dar parte de tu tiempo y de tu vida, necesitarle, depender del otro en cierta medida, preocuparte, echarle de menos y echarle de más, reír, llorar, esperar, discutir, aceptar las diferencias, negociar, ganar y perder, sumar, asociarse, proyectar una mejor vida y hacer lo posible para que la relación funcione, también es amor. Y sí, todo esto ha de vivirse de una forma recíproca y bidireccional; si no fuera así, hablaríamos de algo muy diferente a lo que es el amor, algo muy diferente.