Vamos a hacer un sencillo juego poniendo a trabajar a “la loca de la casa” (éste es el nombre que daba Santa Teresa de Jesús a la imaginación, porque cuando rezaba caía en la cuenta de con cuánta facilidad sus pensamientos le distraían de sus oraciones). Haz un esfuerzo y dile a tu loca de la casa que represente un robot enfrente de ti. No se trata de un vulgar robot de cocina ni un R2D2 cualquiera, no, esta vez la ciencia se ha endiosado y ha conseguido crear un robot a tu imagen y semejanza, vamos, un calco tuyo, tu bella fotocopia.

El mismo pelo, idéntico color de ojos, la misma nariz y la misma pose que tienes cuando te sientas; en fin, que te ha salido un gemelo que en lugar de carne, meninges, neuronas y fluidos, tiene bajo su piel un conglomerado de circuitos y microprocesadores que le hacen hablar y comportarse como lo haces tú. Solo que ese robot es un poco más tonto, y además, carece de sentimientos. Quédate con la imagen que luego volvemos con el robot.

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Ahora si te parece, recuerda un momento chungo de tu vida, pero no hace falta que te vayas a una situación extrema o mayúscula, no; la idea es que que te vayas a cualquiera de las situaciones del día a día en la que te encuentres vulnerable (esperar en la cola de un supermercado, hablar en público, enfrentarte a un nuevo reto, presentar un proyecto, tener una cita con una persona desconocida, conducir, salir de casa,…), situaciones en las que suelen asaltarte tu clásica retahíla de pensamientos:  “Siempre igual”, “Soy un inútil”, “No voy a encontrar a nadie que me quiera tanto”, ”La vida es muy injusta”, “Soy un fracasado”, “Todo me pasa a mí”, “¿Y si me equivoco?”, “Me van a notar que estoy nervioso”, “Todos me miran y piensan que soy lo peor”, “Nunca voy a mejorar”, o el brillante “Soy una mala persona”. ¿Te suenan? Recuerda que son solo pensamientos, es la loca de la casa, es tu Yo Pensante.

¿Sigues ahí? Elige las situaciones que te desagraden o simplemente quédate con los momentos en los que te encuentras más bajo de moral o estás más vulnerable, como estar falto de sueño, estrés, problemas de salud, y observa la multitud de pensamientos que revolotean de forma automática por tu sesera. Si te sirve de consuelo, esos mismos pensamientos los tiene tu vecino de la puerta 4 y la persona que admiras tanto y que parece derrochar seguridad por todos sus poros, también los tiene tu mejor amigo, el director de la sucursal bancaria, tu médico, el vendedor de churros, el simpático camarero que te sirve el café de la mañana, la modelo de curvas imposibles, el futbolista de Champions, el electricista y el músico ambulante. El Yo Pensante que nos juega tan malas pasadas, que nos domina y secuestra nuestras vidas, tiene carácter universal. Y para más inri, tu Yo Pensante, repite siempre los mismos mensajes, los mismos argumentos y viaja del futuro al pasado a la velocidad de la luz dejando un reguero de porquería psicológica que atasca tus tuberías. Es tenebroso, generador de malos rollos, tiene excesiva credibilidad y es enemigo acérrimo de tu Yo Experiencial (este sí que es real y molón); a éste lo ningunea y maltrata. Recuerda que son solo pensamientos, es tan solo tu Yo Pensante, es la loca de la casa.

unknown-1¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

Grande Santa Teresa.

Tu robot está de regreso

Tu robot se pone en modo #SoyTuYoPensante y empieza a vociferar que si eres culpable, que si eres un fracasado, que si eres lo peor y demás morralla psicológica. Tu robot no cambia el discurso, le trae al pairo lo que le digas, él va a la suya. ¿Te imaginas que en un cajero automático se te queda atascada la tarjeta de crédito y empiezas a discutir con él?

Cajero automático, que te has tragado la tarjeta, por favor, ¿me la vas a devolver? ¡Venga! que me voy de compras al súper y llego tarde a una cita. ¿Cajero? ¿Hola? ¡Señor cajero, por favor! Que soy una buena persona además de un buen cliente y tengo domiciliado en este banco tres recibos y la hipoteca de mi casa. ¿Cajero? ¿cajerooooo?

Absurdo ¿no crees? Recuerda que son solo pensamientos, es tan solo la loca de la casa, es tu Yo Pensante.

Un dialogo de besugos entre tú y tu robot, alias el Yo pensante.

  • Eres un inútil.
  • Disculpe señor robot, que yo no soy un inútil.
  • Eres un fracasado.
  • Que no, que hago muchas cosas bien.
  • Van a notar que estás fatal.
  • No, no, si parece que no se me nota tanto, yo disimulo muy bien.
  • Te va a salir mal la exposición.
  • Pero ¡si lo llevo bien preparado!
  • Deberías de haberle dedicado más tiempo inútil. Eres un inútil.
  • (…)
  • Eres un fracasado
  • (…)

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Visto desde fuera, resultan absurdas este tipo de conversaciones pero, ¿cuántas veces has caído en una discusión similar? Si te sirve de consuelo, todos caemos en esa espiral psicológica, pero si lo piensas bien, nadie en su sano juicio se pone a discutir con el locutor de su programa de radio favorito para que cambie de opinión mientras conduce su flamante coche camino del trabajo. Si entiendes que en bastantes ocasiones tu mente parlanchina, tu Yo Pensante o tu Loca de la casa, actúa como una cinta de audio que repite como un papagayo los mismos mensajes y no hay bozal para callarla, entenderás que no tiene sentido discutir ni pensar si son más o menos veraces sus planteamientos. Sus mensajes son pensamientos, son simple y llanamente pensamientos, recuérdalo; y tú eres mucho más que ellos. Tu Yo Pensante va a su bola y hace que vivas bajo sus directrices, bajo los parámetros de la incongruencia; te desvía de tus valores, de tus proyectos vitales y de todas las cosas que te proporcionan satisfacción vital. Y recuerda que esos pensamientos no son más que las canciones de la loca de la casa, es la música de tu Yo Pensante, es puro reguetón rociado de Camela.

¿Y cómo lo hago? Pues aceptas, luego existes.

Bueno mente, vamos a llevarnos bien, tú dime lo que quieras que yo voy a hacer lo que me de la gana ¿entendido? Que lo sepas, no me vas a fastidiar la vida.

Dos no pelean si uno no quiere y aquí tienes una buena oportunidad para dar por bueno este dicho. Trata de observar tus pensamientos sin caer en la discusión y no te los creas a pie juntillas; esto ayudará a tomar cierta distancia de ellos. Recuerda que alejarte unos centímetros de tus pensamientos y no fusionarte, puede marcar la diferencia entre sentirte algo mal pero poder seguir funcionando con cierta normalidad (siempre hay pensamientos que no son nada agradables), o angustiarte y quedarte atascado si sumas a tu pensar, alta creencia y discusión. Nosotros lo tenemos claro, nos quedamos con la primera estrategia. Son solo pensamientos.

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Unos pasos de baile para no desentonar en la pista.

  • Eres un inútil.
  • ¡Qué curioso, ahora estoy pensando que soy un inútil.
  • Eres un fracasado
  • Tengo el pensamiento de que soy un fracasado.
  • Van a notar que estoy muy nervioso.
  • Gracias mente, puede que vayan a notar que estoy muy nervioso.
  • Me va a salir mal la exposición que tengo esta tarde.
  • Ahora estoy pensando que me va a salir mal la exposición. ¡Gracias mente!

Este diálogo tiene unas cuantas pistas para tratar a tu Yo Pensante y tomar distancia de él. En la segunda parte de este post te daremos más estrategias para que aprendas a bailar las horrorosas canciones del grupo musical La Loca de la casa. No es un buen grupo, su música es infumable, pero dado que la vas a tener que seguir escuchando toda tu vida, mejor saber unos cuantos pasos para no perder el compás y poder bailarle a la vida sin pisarte los pies. Y recuerda que son solo pensamientos, es tu Yo Pensante, es la Loca de la casa.

Este post ha sido elaborado por la psiquiatra Mila Fuentes y por Nacho Coller. Gracias y un saludo.